15 y 16: Kamakura y Fuji

Hola de nuevo!

Seguramente mañana ya tendremos «un poquito» más de tiempo para subir fotos y poner comentarios los dos, puesto que ya se nos acaba el Japan Rail Pass…

Siguiendo con el hilo anterior, finalmente fuimos a Kamakura, donde hay un buda enorme (daibutsu) de unos 13 metros de altura y que nos costó 300 yens para ver, por persona… aqui hacen pagar por todo lo que tenga que ver con la religión!
El sitio está chulo y el acceso es sencillo, después de ver el buda nos fuimos para el apartamento, ya sobre las 8 de la noche, la idea era ir a dormir pronto para ir al Fuji…
Cenamos lo de siempre, fuimos al donki a buscar ropa de abrigo y nos fuimos para el apartamento donde tras una duchita y acabar de mirar la ruta, nos fuimos a dormir, a las 10 ya estabamos en la cama.

Suena el despertador a las 6, nos levantamos a y cuarto, finalmente salimos del piso a las 7 y cuarto y tomamos el tren para hacer la ruta, curioso que toque ir el día 7, el número favorito de mi padre. Para quien no lo sepa, para mi (Dani) ir al fuji tiene un significado especial. A mi padre le gustaba mucho leer, y entre sus lecturas habia cosas de Japón, un país que curiosamente le fascinaba… entre sus historias y batallitas que siempre contaba, estaba hablar del Fuji, que si era la montaña más alta de Japón (aunque sea un volcán) que si mide tres mil metros y pico… yo por aquella época estaba frito de escuchar esto, pero se me acabó metiendo en la cabeza y cuando «se fue» entre otras cosas le prometí llevarle tierra del Fuji a su lápida. Para mi esto ha sido muy especial.

Tras varios cambios de tren llegamos a Kawaguchigo, la estación final para tomar el bus a la quinta estación (a un cuarto de altura del Fuji) y al ir a comprar el billete nos dicen que nanai, que no hay, que naranjas y que si quieres más bitter kas, que o taxi o a pata. Chachi. Mecagüen. Por falta de informarnos bien no vimos que en invierno ir a la quinta estación del Fuji es como darse un paseito por el infierno pero en frio… no sabeis la sensación de tener esa montañaca encima y quedarnos allí, con un palmo de narices de estar a punto de llegar. La rabia era enorme por no conseguir llegar a coger ese poquito de arena, tercer viaje a Japón y me iba a volver con las manos vacías!

Miriam toma la decisión de irnos a pie, tras hablar con la chica de turismo y sorprenderse diciendonos que ibamos a tardar seis horas iendo a pata, tomamos rumbo. Hicimos cinco kilometros y por el camino encontramos el Fuji visitors center o algo así. Miriam se sorprendía al ver como, paso tras paso, esa montaña enorme seguía manteniendo su tamaño… nos pasamos dos horas andando, y decidimos volver. Por el camino me puse una roca volcánica en el bolsillo, al menos no me voy con las manos vacías, ya podrá tener un trocito de esa montaña de la que tanto nos hablaba, estará contento… algun día Miriam y yo subiremos, y entonces le podré dejar la tierra, tenemos tiempo, ya llegará, lo que me ha dejado atónito ha sido ver la puesta de sol junto a Miriam mirando al Fuji, esa montaña de la que tanto he escuchado hablar y que en ese momento estaba observando con mis propios ojos, tal y como a él le hubiera gustado. Hemos tomado rumbo muy pronto, más que otros días, y Miriam se ha esforzado por llevarme lo más cerca posible por saber lo importante que era para mi llevarle algo del Fuji a mi padre, algo que por mi mismo no hubiese hecho, tiendo al derrotismo. Hoy he visto muchas cosas bonitas juntas: Amor, esfuerzo, cariño, recuerdo, persistencia… todas las he visto con un fondo de tres kilometros de altura, grisaceo y con sombrero blanco, tal y como me lo describia mi padre, tal y como lo he podido ver yo hoy. Gracias papa.

Mañana más.